Postby Methos » Fri Mar 18, 2011 12:04 pm
Estoy en una enorme pradera verde. Noto como las pequeñas briznas de hierba rozan mis piernas, agrietadas después de semanas bajo el lodo. No puedo evitar la tentación y me tiro al suelo. Oh, ¡que gozada! Hace siglos que no puedo tumbarme en un lugar seco. El cielo es de un azul límpido, sin rastro de nubes, ni de esa molesta niebla que me lleva persiguiendo por años.
Me quedo allí tumbado, y dejo a mi mente libre, descansando después de tantas penurias. Ahhh, una suave brisa empieza a soplar. El briss-briss del trigo es relajante, tan diferente a esos quejidos y lamentos que se oían en la ciénaga maldita.... empiezo a adormecerme, y cierro los ojos, disfrutando de esta tranquilidad que al final Dios me ha dado.
De repente, empiezo a oír una especie de susurro, casi inteligible... Ssssm, Wsssm... Cada vez se olle mas claramente, y con mas fuerza... Wsssm, Wasssim... Alguien me esta llamando. Me levanto sobresaltado, buscando un enemigo invisible. No hay nada, tan solo un trigal que se mueve con fuerza, pues mientras descansaba esa pequeña brisa que había convertido en un vendaval. Solo es viento, me dije a mi mismo. El sonido del viento en un árbol lejano, y mi mente confusa y solitaria que me hace escuchar lo que no es. Y sin embargo, si tan solo es viento, ¿por que siento esa presión en el pecho, esa congoja que ya creía olvidada? Empiezo a correr, sin un rumbo fijo, huyendo de fantasmas a los que no puedo ver. Pero todo es en vano. Lo que empezó siendo un susurro ahora es un aullido, un aullido que me destroza las entrañas...
Tropiezo con un raíz seca, y ruedo por el suelo, que se ha convertido en un barrizal. Quedo tumbado boca arriba, y por primera vez veo a mi perseguidor, ese espíritu enfermo que ha decidido atormentar mi pobre alma. Es una sombra, negra y difusa, que se encuentra entre don árboles muertos. Avanza. Intento levantarme, pero las piernas ya no me responde. Se que mi hora ya ha llegado. Repentinamente, la sombra se para, a escasos metros de mi. Levanta lentamente lo qu podrían ser unos brazos y susurra, con esa voz gélida como la bruma: "Wassssim..... ¿de verdad pensabas que ibas a poder escapar de mi?" Y de repente, observo con horror lo que me rodea. El cielo ya no está azul, sino de un rojo plomizo, ya no quedan árboles verdes y exuberantes, sino troncos secos y ramas muerta, y todo ese verdor se ha convertido en una interminable sucesión de charcos burbujeantes. De repente la sombra empieza a reírse, y la observo una última vez: Ya no es una sombra negra y difusa, sino la figura de un hombre, embutido en una túnica. Mientras se sigue riendo, se lleva las manos a la capucha. No quiero ver lo que hay debajo, pero hace tiempo que mi cuerpo dejó de pertenecerme. Se baja la capucha lentamente, y, lo que debería de ser su cabeza, no es más que una calavera, agrietada y mohosa por el tiempo. Grito con todas mis fuerzas.
Me despierto, empapado en un sudor frío. El cielo está rojizo, por lo ya tiene que haber amanecido. Es hora de continuar mi viaje en este infierno