Taberna - El Dragón Comodón (RP)
Posted: Thu Dec 28, 2006 1:36 pm
by Sicofonte
Este hilo es para hablar de cualquier cosa, sin necesidad de coherencia, formalidad o excesiva educación, pero sin caer en lo absurdo. Y preferiblemente roleando.
El olor a bacalao y carne asada, y el sonido de la música y las risas, atrae a cualquier recién llegado hasta la plaza donde se levanta el Dragón Comodón. Cuando te acercas a la entrada, puedes ver alumbrado por los farolillos un grabado sobre el dintel de la puerta que reza "La ironía es musa del epicúreo, del estóico y del cínico". Al cruzar el umbral
Las normas de la casa:
- No insultar descaradamente.
- No hacer el gorila (
http://www.cantr.net/forum/viewtopic.ph ... &start=149)
Toma asiento junto al fuego o en la barra, disfruta de una buena jarra de vino caliente especiado, o cerveza helada en la ventana, participa en las conversaciones de los demás parroquianos o guarda silencio si lo prefieres. Pero no dejes beber. De vez en cuando el gordo del tabernero canta, para entonces es preferible estar borracho.
Posted: Fri Dec 29, 2006 1:25 am
by Evelyn
Pon bien tu link ps Sicofonte....
Posted: Fri Dec 29, 2006 7:12 am
by El Bicho Mutante
Bueno, siempre fui debil ante el roleo; me encantan esta clase de cosas. Vamos a ver si le ponemos algo de estilo asi esto llega a algun lado.
La lluvia caía afuera torrencialmente, como si alguna fuerza quisiera borrar todo lo bueno y noble que aun quedaba, si es que algo quedaba, en esa ciudad portuaria. A traves de las sucias ventanas, lo único que se distinguía afuera en la masa de irregulares objetos grises era el cartel de madera, que colgaba a la entrada de la taberna; mientras gruesas gotas se condensaban en gastado cartel y caían al piso, confundiéndose en la marejada de lluvia gris que asediaba al pueblo. Si alguien se hubiera detenido a mirar podría haber visto el antiguo grabado del cartel, un dragón tomando cerveza, aunque eran muy pocos los que salían de esa taberna con la cabeza lo suficientemente limpia como para mirar tales detalles. Tras un golpe en la puerta, que fue lo suficientemente fuerte como para agitar los candelabros pero no lo suficiente para molestar la conversación de los regulares, el entró a la mal iluminada taberna. Vestía un atuendo extraño, llevaba una largo tapado hecho de variadas pieles de animales, mal cosido y machado con cuantas sustancias existieran en el mundo conocido; abajo llevaba una túnica hecha de una dura piel, que lo protegía del frio a precio de un escozor que ya se había vuelto familiar para él. Ya que sus viajes por el mundo le habían sido provechosos; también vestía unos apretados pantalones de cuero; que debido a la escasez endémica de sal de ese lado de la isla lo hacían una prenda de la más alta categoría. Completaba el conjunto con unos duros guantes de cuero y unas botas también de cuero, que a su paso por la taberna dejaban una sendero de barro marrón que hacía juego con el color de las paredes de la taberna. El tintinear de una bolsa de cuero que llevaba en la cintura ya había llamado la atención de mas de uno; pero el sable de acero al costado y el escudo de hierro que llevaba en la espala había sacado cualquier idea que tuvieran en la cabeza. El lugar le agradaba, sin duda, eran pocas los malos antros de tan buena calidad como aquél, y se sentía cómodo. Tomo una gastada silla, y se sentó frente a una mesa, que por cierto tenía una pata mas corta que las otras; cosa que le agradó aun más. La perfección le causaba cierta repulsión, como si la cercanía a ella insultara su propia existencia; y aquel lugar, con el viejo mapa de las islas, con el techo y paredes de madera irregular, con el grupo de mesas rotas o sin terminar en una esquina y con el grupo de marineros-piratas-malvivientes que mas que personas parecían sombras sobre la barra, de inmediato le agradó; incluso lo suficiente como para que a través de regularmente despareja barba se mostrara una sonrisa, o algo que se le parecía. Sus afilados ojos verdes de inmediato se pusieron a observar el lugar; en este negocio saber información era el 90 porciento del trabajo; y solo los tontos adjudican el 10 porciento restante al sudor; cuando se tiene inteligencia. Su largo y ondulado cabello negro, que caía hasta mas allá de los hombros; estaba atado por detrás con una pequeña cinta verde, dándole a la apariencia integra de pirata exitoso o de mercader fracasado; quien sabe. La imagen desentonaba con sus ojos, que a pesar del oscuro verde que los hacía característicos, aun mantenían brillo continuo, como si siempre estuviera esperando que pasara algo, o si en realidad aun quedaran misterios en los mares; cosa que había comprobado falsa.
Finalmente, tras comprobar que lo locales no eran de los de molestar durante el transcurso de una agradable velada, le chifló, casi despectivamente, al cantinero. Horacio algo se llamaba, por lo que había escuchado de los parroquianos, y era un hombre de impresionante apariencia: grandes hombros combinado con una gran altura hacían que no fuese común las peleas en su taberna. Se encontraba limpiando una jarra de cerveza, y acercó lentamente a la mesa del nuevo, sabiendo que no había apuro.
–Que deseas? -dijo cortante, molesto por el chiflido del forastero.
–Grog, del bueno, valga la paradoja- dijo contento ante el enojo del tabernero -Y algo de comida, me imagino que solo tienen carne ahumada o cocida, en un establecimiento de esta categoría, no? –dijo con ironía; sabiendo que no había nada mas en el menú.
-Solo eso- respondió aun mas cortante el cantinero, molestándole por completo ante la actitud del nuevo- Cobro por adelantado- dijo, como decía habitualmente, acostumbrado a los deudores.
-Bien- respondió complacido mientras habría la bolsa de cuero y tiraba unas piezas de acero sobre la mesa, sabiendo que era mas que lo que debía pagar- Y con el cambio cómprate algo bonito- dijo con tono burlón, guiñándole el ojo, para molestar mas aun al cantinero.
El cantinero no respondió ante al comentario, tomo las piezas de acero, y dándole una mirada fulminante, y se retiro sin mas; mientras el forastero esbozaba una sonrisa. Le proporcionaba enorme placer molestar la tranquila existencia de otro ser humano, y lo consideró como una pelea ganada. Aun con una sonrisa en el rostro levantó sus pesadas bota de cuero sobre la mesa, poniendo un pie sobre el otro; mientras un pequeño charco de líquido amarronado se formaba sobre la mesa.
Bueno, las reglas de Sico estan bien pero esto requiere un par de reglas mas:
Si no saben rolear, no quieren o no les importa la historia no posteen. Dejennos ser.
Si quieren hacer un comentario fuera del roleo o agarrarse a spamear con alguen mas háganlo fuera del hilo, esto incluye comentarios sobre links rotos hechos por nuestras lindas foristas; que perfectamente pueden ser hechos vía PM.
Respeten la linea argumental de los demas; y denle algo de personalidad a sus personajes. No quiero samuráis, ni robots gigantes ni tanques ni boludeces por el estilo. Mucho menos personajes que se las den de asesinos en serie y que necesitan solo un dedo para matarte.
Usen como base para guiarse el Cantr; pueden poner cosas ajenas pero lógicas (ejemplo alcohol). Pueden usar algo de información que se saque del juego pero con cautela; hay una delgada linea roja y espero que sepan verla.
Bueno, creo que con eso es suficiente; intenten divertirse; pero no me rompan el hilo, que sino Valsum los excomulga o en caso de ser ateos los comulga.
Posted: Wed Jan 03, 2007 3:45 am
by Evelyn
Ella espiaba por un pequeño agujero desde la cocina y oyó toda la conversación entre Horacio y el forastero, se preguntaba quién sería, tenía un aspecto muy diferente al de los pueblerinos en su atuendo y sus maneras y eso lo hacía más interesante, ojalá Horacio la dejara servir esta vez. Ella nunca había salido de la cocina, casi desde que nació.
Ella vestía un sucio y raido vestido de pellejo duro, que a pesar de las manchas de comida a ella le parecía la mejor de las prendas, sus pequeños pies andaban siempre descalzos y una delgada cinta trataba de poner orden a sus largos cabellos del mismo color de la madera con que estaba hecha la taberna, del mismo color de las sillas, de las mesas, del gran mapa que pendía sobre la pared, del mismo color de sus sueños sin final. Sus ojos tenían el azul del cielo que casi nunca veía, y que esperaba verlo en toda su plenitud un día.
- ¡Oye! ¿Que haces ahí? ¿No tienes nada mejor que hacer que andar espiando? -
Sus piernas comenzaron a temblar, Horacio se veía tan grande cuando estaba molesto. Felizmente, él era muy gruñón, pero jamás le puso una mano encima. Aun así ella le temía a sus gritos, tan terribles para ella como un huracán.
- Ya escuchaste ¿no? Sirves y le llevas lo que pidió ¡Rápido!
- Si Horacio, voy rapidito -
Ella se esmeró en el plato que servía, le puso un gran pedazo de carne que había preparado hace escasos minutos y un vaso lleno de grog hasta el borde.
- Aquí... esta su orden... señor... -